El gran cuadro – Sean Carroll (2016)
Este es uno de esos libros que una vez concluido sentís que necesitas leerlo nuevamente. No es complejo desde el punto de vista científico, no hay fórmulas matemáticas ni está escrito como la mayoría de los libros de divulgación científica, con un relato cronológico de la historia de la ciencia. Es más bien un poderoso ensayo de la filosofía de la ciencia. Es largo, algo denso por momentos pero te da una visión completa. De ahí su nombre.
Es un accidente sublime que estemos aquí. Todos somos prisioneros de la segunda ley de la termodinámica, en un viaje hacia una entropía cada vez mayor. Es tan solo una enorme dosis de suerte que parte de esa trayectoria universal desde el Big Bang hasta la fría e implacable oscuridad final incluya un episodio en el que un poco del inexorable aumento del desorden sea temporalmente revertido en algunos lugares y permitir el sustento de sistemas complejos como las estrellas, los planetas, la vida, las personas y la conciencia.
La vida es un proceso, una propiedad emergente de esta complejidad. Los átomos no son entidades vivas pero colectivamente los átomos que nos forman, generan una construcción muy especial llamado tu o yo.
Ud sabe que está conciente porque está leyendo esto, pero nadie sabe con seguridad que es la conciencia, como ocurre, ni siquiera como definirla correctamente. Tenemos una clara idea de lo que significa el libre albedrío, pero ya que lo que ocurre a cada instante es una consecuencia de lo que ocurrió en el instante anterior y de las leyes de la física, no está claro cuántas chances de elegir realmente tenemos.
Si miramos al cielo nocturno, el colosal y aparentemente infinito universo allí afuera es una enorme gran nada: su carga, energía y momento es exactamente cero. Todo lo que puedes ver (y lo que no) emergió de la nada, en ningún lugar específico y en un instante que no tuvo un instante previo. Y luego el espacio-tiempo comenzó a expandirse creando materia de la energía en el proceso. Los partículas elementales ocupan ahora una realidad del tipo “ahora me ves, ahora no” llamado mundo cuántico, sumergido en zonas misteriosas de energía llamados campos.
Los físicos cuánticos tiene una definición de la realidad bastante precisa, que a la gente común no nos gusta mucho. Ellos dicen que el universo es una función de onda que obedece la ecuación de Schrödinger. Si, el del famoso gato que se encuentra vivo y muerto al mismo tiempo. Esta función de onda es suave, reversible y completamente determistica y define el pasado y el futuro como una superposición de todos los posibles estados. Pero tiene una particularidad: trate de medir dicha función de onda y simplemente todos los múltiples estados posibles colapsaran a un único estado. Este fenómeno llamado colapso de la función de onda podría no ser otra cosa que el desdoble del universo en múltiples versiones de si mismo. Es por eso que la mayoría de los científicos hablan hoy no de un universo sino de un multiverso.
Sean Carroll nos lleva en este brilllante libro de paseo por las ciencias (física, química, biología, filosofía, historia, sociología, teología) así como también por las matemáticas y la lógica, introduciendo el concepto de naturalismo poético.
El naturalismo poético describe al mundo enteramente en términos de fuerzas, campos y partículas físicas, dejando de lado, lo sobrenatural, pero si bien existe una única realidad, existen muchas maneras convenientes distintas de hablar del mundo natural.
La física no tiene aún las respuestas para todo. Y puede que nunca las tenga. Pero con lo que tenemos hasta ahora podemos estar seguro de muchas cosas. Por ejemplo que los fenómenos psíquicos o paranormales, no existen. Tampoco los milagros, la vida después de la muerte o un alma inmortal.
Si analizamos la realidad en su más profundo nivel, el nivel cuántico, descubriremos que las montañas, los océanos y las personas no existen. Ni siquiera existen los átomos ni los electrones. Solo existe la función de onda cuántica, todo lo demás es una forma conveniente de hablar.