La verdad sobre el Mito de Tesla

Pocas personalidades de la historia de la ciencia resultan más interesantes que Nikola Tesla. Amado y reverenciado por unos y denostado por otros, es imposible que su legado nos pase desapercibido. Tesla fue un ingeniero e inventor austrohúngaro (actual Serbia) que contribuyo a la consolidación de la electricidad alterna y a las comunicaciones inalámbricas. Sin embargo, debido a que era un “outsider” (no pertenecía a la clase acomodada norteamericana, era extranjero y no poseía una prestigiosa carrera académica) permaneció en las sombras de la historia por mucho tiempo, a pesar de haber dejado una enorme cantidad de patentes registradas. Recién varias décadas después de su muerte, Tesla comienza a ser conocido masivamente y adoptado por la cultura popular como un icono. Sin embargo, ni lo uno, ni lo otro. Su legado, aunque muy importante está lejos de ser el mito creado recientemente por sus fanáticos seguidores. El propósito de este artículo es poner sus logros en la perspectiva más objetiva posible.   ¿Cuáles y en qué medida fueron sus contribuciones reales?

El problema de esta tarea es que la mayoría de las biografías están escritas por autores que vienen a reivindicar y hacer justicia “al genio olvidado” basándose en buena medida en su propia autobiografía y en la de personas cercanas, lo cual complica al análisis objetivo. Además, como Tesla se ha convertido en un icono de la cultura pop, venerar su obra otorga mas chances de venta que criticarlo objetivamente. En ese sentido vemos una enorme cantidad de material promocional que ha llevado a reforzar el mito, atribuyéndole a Tesla la autoría de inventos que realmente no hizo. Una buena fuente de información objetiva es la biografía “Tesla: inventor de la Era Eléctrica de W. Bernard Carlson del 2013.

A lo largo de su vida, Tesla ha incursionado en una gran cantidad de áreas del conocimiento. En algunos casos su contribución ha sido clave, como en el caso del motor de corriente alterna a inducción y de los sistemas de generación polifásicos. En otros casos ha contribuido marginalmente. Y en algunos otros, solo ha contribuido con ideas equivocadas. Lo grandioso de Tesla es que incluso en estos últimos casos, aun estando conceptualmente equivocado, ha hecho contribuciones en el camino correcto, como en el caso de las comunicaciones de radio.

Que Tesla haya incursionado y contribuido en múltiples áreas del conocimiento, no significa que sea él el inventor de todo. El proceso de invención es casi siempre una actividad evolutiva, y a veces es difícil definir con precisión quien es el inventor. No vamos a entrar en detalle, pero conocemos las controversias que existen en torno a la invención del teléfono entre Bell, Gray y Meucci, acerca de la invención del teléfono.  

Podemos consultar su propia autobiografía y verificar que la misma arranca con una buena dosis de sensacionalismo, naciendo en una noche de tormenta eléctrica. Tesla mismo describe que desde chico sufría de “alucinaciones conscientes” donde podía visualizar con increíble detalles “mundos imaginarios”, capacidad que el mismo dice que usaría en el futuro para visualizar sus invenciones mentalmente antes de llevarlas a la práctica.

Tesla estudió ingeniería civil (no existía la ingeniería eléctrica) y tuvo una gran dedicación y performance, pero nunca termino los estudios formales, principalmente debido a la falta recursos económicos. Sin embargo, esto no le impidió convertirse un gran ingeniero e inventor. En su época de estudiante (1876-1882) se dio cuenta de que el principal defecto de los motores y generadores de corriente continua era el conmutador. Se preguntaba si podría inventar un motor de alterna que no los usara.

En 1882, Tesla se trasladó a Budapest, donde dio sus primeros pasos en el mundo laboral, como ingeniero reparador demostrando una gran habilidad. Según sus propias memorias Tesla tuvo su momento “Eureka” de cómo resolver el problema del conmutador, justo por esa época. Sin embargo, no existe ninguna evidencia de ello más allá de su propia biografía y resulta cuando menos llamativo que en los juicios de patentes, su amigo que estuvo con él en ese momento, no haga mención de esto, lo que hubiera claramente facilitado los procesos de litigio.

Aquí es donde podemos abordar el primer gran mito: Tesla no inventó la corriente alterna. Ni los transformadores, ni los motores, ni los generadores de corriente alterna. Ciertamente desde sus tiempos en la universidad, Tesla apoyó a la corriente alterna como una mejor solución, en especial, en los motores. Pero decir que fue Tesla el inventor de la corriente alterna o la figura más importante en la batalla contra la corriente continua (dominante en aquella época) es una aberración histórica y una falta de respeto a las grandes mentes de la época, especialmente en Europa, que contribuyeron con sus inventos, mucho antes que Tesla (incluso antes de que naciera). La invención de los generadores/motores de corriente alterna data de principios de la década del 30 (Sturgeon, Pixii, entre otros) propiciados por el desarrollo teórico de Faraday. En la década del 80, la tecnología de corriente alterna fue desarrollada principalmente en Europa por la empresa húngara Ganz. Figuras como Gaulard y Gibs, que sentaron las bases de los primeros transformadores, luego perfeccionados por Bláthy, Zipernowsky y Déri, en 1885 y Ferraris, con el primer motor de corriente alterna a inducción, conforman el grupo de principales contribuyentes. En particular, fueron los transformadores de tensión, las “máquinas que ganaron la guerra de las corrientes”, ya que permitió la transmisión de energia a grandes distancias, que era sumamente ineficiente en corriente continua. En 1887, Tesla finalmente hace su mayor aporte inventando el motor de corriente alterna a inducción polifásico.

Aquí podemos abordar el segundo gran mito: Tesla no fue el rival de Edison en la famosa “Guerra de las Corrientes”. En 1884, Tesla trabajó en la compañía de Edison durante unos meses, donde tuvo la oportunidad de mostrar su gran potencial, reparando y mejorando los generadores de corriente continua que usaba la compañía. Tesla admiraba los logros de Edison, en especial porque, a diferencia de Tesla, Edison no tenía formación en ciencias. En su propia autobiografía, Tesla solo tiene palabras de alabanza para Edison, pero vio que Edison jamás se interesaría en su idea de un motor de corriente alterna ya que toda su industria giraba en torno a la corriente continua. A pedido de Edison, Tesla diseñó y patentó (en pocos meses) un sistema de lámparas de arco que le permitiría a Edison expandir su negocio de iluminación. Sin embargo, la compañía de Edison decide fusionarse con AEM, especialista en lámparas de arco y el sistema de Tesla, jamas fue usado y por ende Tesla jamás fue recompensado por su trabajo. Indignado, decide dejar la compañía. Existen versiones que dicen que le habían prometido 50 mil dólares por su trabajo, pero eso es difícil de creer considerando que esa suma de dinero sería equivalente a varios millones de hoy.

La “Guerra de las Corrientes” fue la puja que ocurrió en Estados Unidos entre 1886 y 1892 entre las grandes corporaciones de la época por dirimir que tecnología seria la dominante: la corriente continua impulsada por Edison y la corriente alterna impulsada principalmente por Westinghouse (aunque hubo otros, pero no precisamente Tesla). Tesla no podía ser un antagonista de Edison simplemente poque no era una figura de relevancia, ni por poder ni por logros. Sin embargo, tuvo un rol importante cuando la guerra ya estaba casi concluida, cuando finalmente pudo desarrollar y llevar a la práctica lo que sería su principal contribución: el motor a inducción de corriente alterna polifásico (bifásico), en 1887. La idea de campos magnéticos en rotación no fue inventada por Tesla, datan al menos de 1824 (Rueda de Arago). Baily realiza la primera demostración pública de este principio en 1879 y Ferraris, como vimos, propuso un motor a inducción polifasico, prácticamente idéntico (reconocido por el propio Tesla) en 1885, aunque nunca tuvo intenciones de comercializarlo porque no creyó que podría cambiar el curso de la historia. La solución polifásica de Tesla era ciertamente mejor, más eficiente y avanzada que todas las anteriores. Su motor fue la primera en calificar como “de aplicación real en la industria”. Además, Tesla desarrollo el sistema completo con generador y transformación. Si bien ninguno de los elementos era nuevo, Tesla fue el primero en proponer una solución completa. En 1888, Westinghouse, compra la patente a Tesla, aun teniendo la de Ferraris, lo que sugiere que el propio Westinghouse consideraba que la solución de Tesla era superior. Sin embargo, este motor no fue usado hasta varios años después por la falta de redes de distribución polifasicas.

Aquí surge un debate, que sigue hasta el día de hoy, sobre la prioridad de Tesla en la idea de sistemas polifásicos. La historia temprana de las redes de potencia trifásica no ocurre en Estados Unidos sino en Europa. Las primeras implementaciones prácticas de generadores polifásicas fueron realizadas, casi simultáneamente, con el desarrollo del motor de Tesla en 1887 por Haselwander y Bradley de manera independiente. Sin embargo, sus patentes fueron rechazadas en 1889 debido a que estaban cubiertas por las patentes de Tesla de 1898. Y el primer sistema de distribución de 3 fases fue desarrollado e implementado por Dobrovolsky de la empresa AEG en el proyecto que unió Lauffen con Frankfurt, en 1891. Así pues, antes que el primer sistema norteamericano de Westinghouse con el motor de Tesla fuera implementado, había más de una docena de sistemas de distribución de energia en corriente alterna trifásicos en Europa. Dependiendo de que autores escribieran los artículos técnicos o libros de textos, había exclusiones deliberadas hacia ambos lados. Parece muy probable que, en ese momento, no se hiciera justicia con Tesla. Por esta razón, Tesla quedo muy molesto, considerando que no se le dió el crédito que merecía por sus contribuciones.

Interesado en los descubrimientos de Hertz en 1887, Tesla decide, cambiar su rumbo inventivo en 1889 y enfocarse en la transmisión inalámbrica de información y de energia (principalmente). Su experiencia con motores y generadores le permitió experimentar con generadores de “alta” frecuencia (10 kHz), implementando cientos de bobinados en el estator.  En 1891 patenta el primer generador de alta frecuencia que utilizó para energizar lámparas de arco, las cuales generaban ruidos molestos cuando operaban a frecuencias bajas. Pero Tesla quería experimentar con frecuencias aún más altas para repetir los experimentos de Hertz.

En este punto de la historia, podemos abordar el tercer gran mito: Tesla tampoco fue el inventor de las comunicaciones inalámbricas, ni el inventor de la radio. Al igual que la corriente alterna, la invención de las comunicaciones inalámbricas se trató de un proceso progresivo donde muchas grandes mentes hicieron sus aportes. Los inicios de las comunicaciones inalámbrica se deben principalmente al trabajo de Hertz en 1887, en base al brillante basamento teórico de Maxwell desarrollado en 1864, que unificó la electricidad con el magnetismo. Hertz logró demostrar la existencia de las ondas electromagnéticas (predichas por Maxwell) al implementar el primer receptor y ver cómo podía, con una bobina, recuperar energía que había sido irradiada por otra bobina a cierta distancia. Tesla fue probablemente uno de los primeros en América en probar las posibilidades de las comunicaciones inalámbricas. Decidió mejorar el esquema de Hertz agregando su recientemente inventado generador de alta frecuencia (entre 10 y 20 kHz) y jugar con inductancias y capacitancias variables. Al hacer esto, descubrió que el circuito resonaba y esta resonancia le permitía aumentar mucho más la frecuencia. La resonancia ya era conocida desde mediados de la década del 50 pero Tesla estaba haciendo uso práctico de ella en 1890. Así llego hasta su invención más emblemática: la “Bobina de Tesla”, un oscilador de radiofrecuencia que impulsa un transformador resonante de doble sintonización, capaz de generar tensiones de millones de volts a frecuencias de MHz. Irónicamente, aunque no fue inventada por Tesla para radio comunicación, resultó ser un circuito vital para mejorar los equipos de radio. Pero Tesla jamás entendió correctamente los fenómenos de radio propagación. Durante mucho tiempo ni siquiera creyó que las ondas electromagnéticas realmente existieran. Eso está claro en múltiples declaraciones del mismisimo Tesla en su propia autobiografía. Él pensaba que las ondas Hertzianas eran ondas longitudinales (similares al sonido), llegando a contradecir públicamente al mismísimo Hertz en disertaciones que hizo por Europa en 1892. Para intentar entender la incorrecta visión inalámbrica de Tesla puede leerse su polémico artículo “The True Wireless” (The True Wireless). En cualquier caso, Tesla nunca creyó que las ondas electromagnéticas de Hertz/Maxwell pudieran ser usadas para transmitir información (ni mucho menos energía) por grandes distancias. La prueba más contundente de lo que equivocado que estaba, es que, prefirió seguir otra línea inventiva con un proyecto que él consideraba más importante: energizar sin cables al mundo, por medio de ondas estacionarias a través de la Tierra, un proyecto carente de sustento científico. De esta manera, Tesla deja en manos de otros el desarrollo de las comunicaciones inalámbricas.

Pero en Europa había investigadores que sí creían en las ondas Hertz. Uno de los más importantes fue Lodge, quien basado en un diseño resonante que Branly había desarrollado en 1890, inventó el primer circuito resonante práctico aplicable a la transmisión de ondas electromagnéticas en 1893, al que llamó “coherer”. Lodge, a diferencia de Tesla, sí entendía la naturaleza de las ondas electromagnéticas. Irónicamente, al igual que Tesla, no estaba convencido de que pudiera ser útil para la telegrafía inalámbrica, pues como Maxwell, su mente pensaba en términos ópticos, muy alta frecuencia. A esas frecuencias las ondas se propagan en línea recta y la curvatura de la Tierra impediría la comunicación, pensaba Lodge. En aquella época no se sabía que existía una capa atmosférica llamada ionosfera donde las ondas de radio pudieran reflejarse. Fue Marconi, un joven italiano, no tan versado en las ciencias uno de los pocos que creyó que esto era posible. Marconi desarrolló su propia solución que devino en la primera aplicación práctica genuina, en 1895. La primera demostración pública fue en 1896. La primera comunicación inalámbrica entre ciudades fue en 1897 y que luego la extiende intercontinentalmente (entre Europa y USA) en 1901, ganándose así el título del “padre de las comunicaciones inalámbricas”.

Entre el dispositivo de Marconi de 1897 y el de 1901, hubo mejoras sustanciales, que involucraron técnicas que habían sido propuestas por Tesla y Lodge con anterioridad y que esto derivó en un conflicto de patentes que se resuelve 4 décadas después, en 1943. Algunos admiradores de Tesla afirman incorrectamente que la Corte Suprema de Justicia de los Estados Unidos revirtió el logro de la invención de la radio de Marconi y se lo asignó a Tesla en este fallo de 1943. Pero esto no es correcto. Para empezar, el fallo de la Corte Suprema fue en respuesta de una demanda presentada “por Marconi” por presunta violación de sus patentes por parte del gobierno de los Estados Unidos durante la primera guerra mundial. Este fallo revocó la patente de Marconi del sistema principal que usó en la comunicación intercontinental en 1901, en favor de Stone, que había patentado en 1900 el mismo sistema que uso Marconi. Este sistema de Stone consistía en 4 circuitos sintonizables. La Corte Suprema menciona de manera explícita que no se expidió sobre quien es el inventor de la radio y ratifica enfáticamente que el logro de la primera comunicación inalámbrica es de Marconi y se basa en patentes de 1897 que no eran objeto de controversia en ese fallo. La Corte Suprema reconoce trabajos previos a la patente revocada de Marconi y otorgada a Stone por parte de Tesla (1897) que utilizaba un esquema similar al del Stone usando 4 circuitos, aunque no sintonizables y por parte de Lodge (1898) donde se proponía un circuito simple sintonizable. Cabe mencionar que si la corte hubiera realmente concluido que Tesla fue el inventor de la radio o tuviera alguna relevancia vital en su invención, seguro habría aparecido en una de sus biografías más tendenciosas: The Prodigal Genius – The Life of Nikola Tesla, John J. O’Neil de 1944.

Como mencionamos, en 1891, Tesla decidió no concentrarse en los efectos electromagnéticos sino en los electrostáticos de su bobina y como podía hacer algún invento útil con ella. Notó que con su bobina podía energizar tubos Geissler a distancia (un tipo de lámparas de descarga). Pensó que con esto podría hacer iluminación inalámbrica. Y dedicó los siguientes años a realizar exhibiciones públicas (casi circenses) mostrando cómo podía iluminar a distancia. Pero nunca entendió realmente la física que producía esos efectos. Para intensificar sus shows hacía pasar la corriente de alta frecuencia y alta tensión (cientos de miles de volts) y baja corriente a través de su cuerpo. Aun explicando incorrectamente la ciencia detrás de sus shows, sus exhibiciones fueron la clave para que Tesla comenzara a ser reconocido por buena parte de la audiencia (especialmente la no experta) como el “brujo de la electricidad”. Pero la audiencia más científica, en cambio, fue menos receptiva y bastante más crítica. Por esa época, Tesla se había convertido en un especialista en la dialéctica y en la auto promoción. Sus épicas explicaciones eran en su mayoría vacías de contenido. Algunos sectores de la comunidad científica se lo hicieron saber en varias publicaciones que pueden consultarse (por ej: Mr Tesla High Frequency Experiments) donde además tildaban sus shows de inútiles y de no mostrar nada que no se supiera.

Mas adelante Tesla descubrió la utilidad de usar la conexión a Tierra para mejorar la transmisión de energia. Este fue un gran avance y resultó en una configuración similar a la que Marconi usaría unos años después. Fue precisamente este uno de los argumentos que Tesla usaría más adelante cuando quiso convencer al mundo que él había inventado la radio antes que Marconi. Como ya vimos, Tesla nunca quiso, ni creyó en el telégrafo inalámbrico, pero cuando Marconi lo logró y fue reconocido por este logro, Tesla lo reclamó. Y en este caso no podemos atribuir la responsabilidad a los seguidores modernos de Tesla, fue el propio Tesla, como puede verse en su polémico artículo de 1919, “The True Wireless”, que puede consultarse libremente.

En concreto, la patente de Tesla que se hace referencia en este reclamo es un circuito sintonizado derivado del “coherer” de Lodge con la que Tesla diseño un barco miniatura controlado inalámbricamente en 1898. Mas allá de que esta patente no fue relevante en la historia de la invención de la radio, el invento de Tesla fue sin embargo significativo, porque fue el primer sistema comandado por radio que tenemos referencia. Lamentablemente, debido al poco alcance que tenían las comunicaciones en aquella época, no tuvo el impacto que podría haber tenido.

Asi, Tesla prefirió dedicarse a su proyecto para energizar sin cables al mundo, por medio de ondas estacionarias a través de la Tierra. Para ello estableció una base experimental en Colorado Springs en 1899 donde presuntamente luego de múltiples pruebas, logro demostrarse a sí mismo que su idea de propagar energia a través de la Tierra, era posible. Sin embargo, no dejo pruebas ni hizo demostraciones públicas. Ni una. Tampoco midió distancias de envío de señales. Esto demuestra la personalidad de Tesla. Un verdadero científico debe asegurarse que su teoría funciona con un nivel de confianza razonable. En este caso, o bien no fue lo suficientemente riguroso y confió en su instinto o bien los resultados no acompañaron y por eso no dejó constancia asumiendo que podría resolverlo más adelante. Luego de mucho esfuerzo y autopropaganda, en 1901 consiguió que J.P. Morgan, invirtiera al menos 150 mil dólares en la construcción de la famosa Torre Wardencliffe (torre Tesla) que fue un fracaso rotundo. Al no lograr resultados satisfactorios, J.P. Morgan corta la financiación en 1905 y el proyecto queda inconcluso.

Aquí podemos abordar el quinto gran mito: Tesla no fue el paladín da la energía gratis en contra de las corporaciones y por eso dejaron de financiar su gran proyecto.

Tesla jamás pensó que la electricidad debiera ser gratis y eso está claro en las cartas qué intercambiada con su principal inversor, J.P. Morgan. El proyecto no estaba dando resultados, pues Tesla tenía una idea equivocada de cómo se propagan las ondas que el inyectaba a la Tierra. Él pensaba que la Tierra se comportaría como un líquido incompresible y que no habría perdidas. Pero no era así. Así que J.P. Morgan corta la inversión, porque entendió rápidamente que el proyecto de Tesla estaba condenado al fracaso. Hoy en día seguimos escuchando que a Tesla no se le permitió desarrollar esta tecnología revolucionaria. No hay ninguna duda de que la ciencia detrás de su idea era incorrecta.

Finalmente podemos comentar el sexto gran mito: Tesla tampoco fue un gran científico. No solo se embarcó en un proyecto que no tenía sustento científico negando la ciencia de Maxwell y Hertz sino que llegó incluso a cuestionar incorrectamente a otros grandes científicos, como Albert Einstein, considerando a la teoría de la relatividad como un engendro anticientífico. Prueba de su endeble ciencia son algunas de sus publicaciones mediáticas, como por ejemplo “The Problem of Increasing Human Energy”, de 1900, que le valió alabanzas por parte de la gente común y duras críticas de la comunidad científica. Este articulo puede encontrarse en internet y cualquier persona con un mínimo grado de instrucción en ciencias puede concluir que es un dislate. Una de estas críticas por parte de la comunidad científica es el articulo “Science and Fiction” publicado en la revista Popular Science Monthly ese mismo año en respuesta, donde se advierte que se debe proteger al público de que especulaciones tan descabelladas pasen por hecho científicos. 

Tesla tenía una tendencia a creer que todo lo que se le ocurría eran genialidades y, que todo lo que imaginaba posible terminaba siéndolo. Su motor de alterna fue un caso de éxito. Su visión sobre los sistemas de generación y transmisión polifásicos, también. Sin embargo, su visión del potencial inalámbrico fue completamente equivocada. Por eso el fracasó en lo que él consideró su más grande idea, la transmisión de energia a través de la Tierra, puso fin a su etapa creativa más importante en 1905.

Sin embargo, continuó inventando, principalmente en el área de la producción y la transmisión de energía inalámbrica. Pero sus pensamientos y esfuerzos durante al menos los últimos 15 años profundizaron aún más el carácter filosófico, especulativo y promocional que tuvo durante toda su vida, sin incluir nuevos principios o métodos sólidos y viables para lograr tales resultados. El ideal y la ilusión continuaron dando forma al enfoque creativo de Tesla hasta el final. Un ejemplo de ello fue el rayo de la muerte de 1934, un cañón de partículas que según Tesla era capaz de derribar una flota de 10 mil aviones de combate a una distancia de 400 km y que sería capaz de detener las guerras. Otro ejemplo es un dispositivo para intercambiar información con civilizaciones extraterrestres.

Tesla muere a los 87 años, en 1943, y si bien no lo hizo sumido en la absoluta pobreza como se sugiere en algunas biografías, no lo hizo de la manera que se merecía, considerando la fortuna que podría haber acumulado si no hubiese resignado el cobro de patentes con Westinghouse y no hubiese seguido sus ideales de encontrar una alternativa inalámbrica para energizar el planeta que al no conseguir sponsors tuvo que afrontar los costos personalmente. Aquí cabe mencionar otro rasgo importante de la personalidad de Tesla que contribuyó a la creación del mito: su marcado desinterés por el dinero y su fidelidad hacia Westinghouse, al resignar al cobro de su patente por su motor polifásico en un difícil momento financiero que atravesó la compañía, un acto de extrema generosidad que salvó en buena medida a la compañía de Westinghouse de la quiebra.  

En conclusión, negar la gran capacidad creatividad y pensamiento divergente de Tesla sería injusto. Tambien es injusto que no fuera parte de la historia en la contribución del triunfo de la corriente alterna sobre la continua. Sin embargo, Tesla tenía problemas para la etapa inventiva convergente necesaria para enfocarse en un camino y concretarlo en algo de valor para el mercado. Eso lo hacía poco atractivo para los inversionistas. Justamente esto mismo es precisamente lo que lo hizo popular en la contracultura anticapitalista y los movimientos populares espirituales (y anticientíficos) del new age.